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¿Cómo optimizar la caminata para adelgazar?

Caminar tiene su ciencia. A pesar de parecer la actividad física más sencilla, la caminata debe realizarse siguiendo ciertas pautas para sacarle el máximo provecho a tu tiempo y esfuerzo y evitarte una lesión.Lo primero que debes cuidar al caminar es tu postura: espalda recta, hombros ligeramente hacia atrás, barbilla paralela al piso y abdomen contraído.La duda que muchos tienen es si mover los brazos es necesario o no. La verdad sí es bueno balancear los brazos, te ayuda a quemar más calorías.Usar un reloj para medir la frecuencia cardiaca ayuda a conocer la intensidad de tu esfuerzo físico y la velocidad a la que vas, así podrás saber si debes aumentar o bajar la intensidad con el objetivo de beneficiar tu actividad cardiaca.La velocidad ideal a la que deben correr los hombres es de entre 92 y 102 pasos por minuto; y las mujeres, de entre 91 y 115 pasos por minuto, que podemos redondear para ambos casos en 100 pasos por minuto.Para terminar, te recuerdo que antes de empezar a caminar debes hacer una rutina de ejercicios de calentamiento y otra de estiramientos al final de la caminata. Durante tu marcha, procura beber pequeños sorbos de agua para mantenerte hidratado(a).

FUENTE: nutricion.pro

Caminando!!!



e estado caminando muchisimo los ultimos dias y la verdad no me puedo quejar, me e sentido super bien si sigo asi creo llegar a la meta de los 10.000 pasos diarios pues creo que los estoy cumpliendo y aunque en principio solo es caminar lo que realmente quiero es hacer una plataforma para empezar a ejercitarme bastante la meta en definitiva es cambiar

hablando de caminar me ha gustado tanto la cosa que quiero comprarme un podomero para ver los avances que voy haciendo y seguir estimulandome para alcanzar mi objetivo

tambien estuve leyendo algunas cositas mas sobre caminar consejos tips y comentarios de expertos sobre el tema

aqui les de jo un ejemplo:

1-Es sabido por todas que caminar es sinónimo de vida sana y salud, pero ya no son tan conocidas otras propiedades beneficiosas de caminar de manera habitual.
Caminar con una alta intensidad reduce la posibilidad de desarrollar tanto la discapacidad como las enfermedades asociadas a la edad, según un estudio en el que se ha demostrado que recorrer unos seis kilómetros al día ayuda a regular la presión arterial, fortalece la musculatura y aumenta la capacidad física.
Caminar beneficia a todas las personas que quieran mejorar la condición física empezando desde cero y que sean capaces de ir aumentando y manteniendo el ritmo.

Otra vez en Colombia




Anoche llegue de nuevo a Bucaramanga varios kilos mas pesado y tambien mas desilusionado y es que la ilusion que tenia antes de radicarme en Bucaramanga, ha perdido fuerza gracias a los embates que e tenido al no encontrar un punto de equilibrio, pero bueno llegue y sigo adelante, no solo en el cambio que estoy formulandome en mi fisico y organismo, sino tambien en mi vida
la cual como les conte anteriormente necesita sobremanera muchos cambios radicales por eso como Dios otra vez sabiamente sabe todo lo que hace me puso de nuevo en estas tierras, voy a provechar el maximo haciendole la lucha al sobre peso con todas mis fuerzas y bueno mas a delante contare los logros que haya alcanzado

Galeria de titanes II









Estas fotos son casos reales de gordas y gordos que decidieron bajar de peso. Lo interesante de las fotos es que no son fotos promocionadas por algún producto milagroso sino que se trata de fotos enviadas por sus propios protagonistas al diario UsaToday.
Existen ahora en internet una serie de websites dedicados a dar consejos para bajar de peso, uno de ellos es precisamente de donde hemos sacado esta nota que es el periódico UsaToday, usted puede ver más fotos y leer sobre consejos sobre como bajar de peso haciendo click en este link

¿Porque los gordos son gordos?


¿Por qué los gordos son gordos? La respuesta es obvia: porque comen demasiado. Pero, ¿por qué comen demasiado? ¿Y por qué hay personas que –aparentemente- comen como limas y nunca engordan? En definitiva, ¿el (exceso de) peso corporal es únicamente un problema de (falta de) voluntad, o los genes también tienen algo que ver en esto? Antes de entrar en el espinoso asunto de la influencia de los genes sobre la gordura, déjenme hacer algunas consideraciones previas.

Una. Ser gordo es fatal. La obesidad está asociada a un montón de enfermedades: diabetes de tipo II, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, apnea del sueño y muchas más calamidades. Incluso, se ha demostrado que los muy gordos son más propensos a sufrir accidentes domésticos graves, lo que no es de extrañar; las consecuencias de un resbalón en la ducha no son las mismas con 70 que con 150 kilos. No voy a aburrirles con más datos, pero las Autoridades Sanitarias advierten que la gordura afecta gravemente a su salud.

Dos. Los gordos sufren discriminación negativa. Esto resulta tan evidente que no necesitaríamos un estudio para creerlo. El mito del gordo feliz es mentira; es posible que esto fuera distinto en otra época, pero desde luego a principios del siglo XXI la delgadez constituye un valor importante. Ligar con kilos de más es difícil, incluso si la otra parte sufre de idéntico problema. En un mundo de super-atletas, modelos delgadísimas y cuerpos ‘danone’, ser gordo se ha convertido en un estigma. De hecho, las autoridades deberían advertir que la gordura puede afectar también a su vida profesional y sentimental.

Tres. Adelgazar es casi imposible. La inmensa mayoría de las personas que inician una dieta de adelgazamiento fracasan. Por fracasar se entiende no mantener los kilos perdidos en un plazo de 5 años. El ‘hacer dieta’ se ha convertido para muchas personas una especie de rito anual, como el pavo de Navidad o ir a la playa en verano. Ni con la dieta de la coliflor, ni con el Biomanán. Si más del 90% de las personas que lo intenta fracasa, eso significa que adelgazar (de forma permanente) es difícil. Naturalmente, detrás de las dietas de adelgazamiento hay un negocio multimillonario y creciente.

¿Pero qué dicen los estudios genéticos? La cuestión se ha abordado empleando los mismos métodos empleados para estudiar la genética del Cociente de Inteligencia: gemelos criados aparte y estudios de adopción. Estos estudios[1] arrojan un resultado contundente: que la heredabilidad del peso corporal es muy alta, cercana al 70% en algunos casos. Los gemelos idénticos suelen tener un peso parecido, aunque se hayan criado de forma separada. Igualmente, los hijos adoptivos suelen tener pesos corporales concordantes con los de sus padres biológicos, independientemente de que hayan sido educados por un naturista o un pastelero. Irónicamente, un efecto que sí han detectado los estudios es que los niños cuyas familias adoptivas presentaban un alto peso corporal, suelen ser más delgados que la media, podemos suponer que se trata de un acto de rebeldía adolescente. Esta clarísimo; los genes explican el 70% de la variabilidad encontrada para este carácter. Son lo genes, pues.
No tan deprisa. Sabemos que la obesidad se ha convertido en una epidemia de dimensiones alarmantes; así ocurre en Estados Unidos, pero Europa Occidental parece que lleva la misma marcha. Según la ‘American Obesity Association’ el 64.5% de los americanos tienen sobrepeso. Cuando alguien viaja a Estados Unidos, una de las cosas que resultan más chocantes es la frecuencia y magnitud de los ‘gordos’. Sin embargo, los genes no han cambiado mucho en los últimos años. Es imposible que la epidemia de obesidad sea debida a los genes. La causa tiene que ser cambios en el estilo de vida, que lleven a ingerir más calorías y quemar menos.
Un caso particularmente interesante es el de los indios Pima. Se sabe que esta tribu se separó en dos ramas hace aproximadamente 100 años; una de ellas vive en los que hoy es territorio mejicano y la otra en Nuevo Méjico (USA). Un estudio[2] epidemiológico de las dos poblaciones reveló que los Pima norteamericanos presentaban uno de los índices de obesidad más altos del planeta (con sus correspondientes altas frecuencias de diabetes y enfermedades vasculares). En cambio, los Pima mejicanos estaban mucho más delgados (y más sanos) y no diferían significativamente de la media de peso mejicana (que es más baja que la estadounidense). Bien, cien años no es nada en lo que a los genes se refiere. Tenemos todas las razones para suponer que los Pima al norte y al sur del Río Grande son genéticamente comparables. Lo que difiere en este caso son los hábitos alimentarios y de estilo de vida, que concuerdan con los de los respectivos países. Tanto el caso espectacular de los Pima, como las epidemias de obesidad que se están produciendo, se deben a factores culturales y no a factores genéticos.
¿En qué quedamos pues? Naturalmente, en las dos cosas. Los estudios epidemiológicos nos indican que los factores culturales son importantes. Cuando un país incrementa su nivel de renta, la dieta de sus habitantes también suele cambiar hacia un mayor consumo de carne, queso y otros productos de origen animal. La tendencia a emplear comida preparada, comer fuera de casa, ver la tele con cerveza y aperitivos y utilizar el automóvil para desplazarse puede completar el panorama. Ahora bien, en estas nuevas condiciones culturales y económicas, donde gran parte de la población puede elegir su dieta y sus costumbres, sólo algunas personas tienen problemas con la obesidad, mientras que otras se mantienen delgadas. Esto es lo que nos están indicando los estudios genéticos. Heredamos la propensión a engordar. Para que esta propensión se convierta en barriga prominente o enormes michelines tiene que darse un ambiente adecuado. Si los Pima se hubieran quedado en Méjico no estarían así. Esta idea parece que es aplicable a muchos otros casos de caracteres importantes, aparte de la gordura. Tiene que producirse la combinación de determinados genes con determinados ambientes para explicar el resultado que vemos. A esto se conoce como vulnerabilidad: una propensión innata a padecer enfermedades o problemas que se manifiesta sólo en determinados ambientes.
Resulta irónico pensar que la capacidad de almacenar calorías de forma eficiente debió resultar muy útil a nuestros antepasados prehistóricos, igual que a los cazadores-recolectores modernos. En la mayoría de los ambientes naturales existen épocas desfavorables en las que conseguir alimento es difícil. Aun más, siempre hay años de vacas flacas en que resulta particularmente duro. Nuestro tejido adiposo es muy eficaz almacenando energía. Una persona normal puede pasar un mes sin comer (aunque probablemente con humor de perros). El record de ayuno, en condiciones controladas médicamente, es de un año sin ingerir prácticamente calorías. El mismo mecanismo que nos salvaba la vida en el Paleolítico supone un factor de riesgo en el mundo moderno y excesivo que nos ha tocado.
De acuerdo. Genes y ambiente importan. La cuestión es ¿cómo? Para ir hasta el fondo tenemos que preguntarnos cuáles son los mecanismos biológicos que están detrás de nuestra sensación de hambre y del control del peso corporal. Esta es una pregunta que la ciencia no puede contestar hoy al cien por cien, si bien se han producido grandes avances en los últimos años. Para empezar, consideremos el hecho de que el peso corporal permanece estable en la mayoría de las personas. Es cierto, que hay una tendencia a ganar peso en la mediana edad, pero suele ser un proceso bastante paulatino. Que el peso se mantenga constante no es tarea fácil. Tiene que existir un mecanismo regulador que sea capaz de ‘contar’ las calorías ingeridas, descontar las calorías ‘quemadas’ y controlar las sensaciones de ‘hambre’ en la medida exacta. Todo esto ocurre de forma totalmente inconsciente. Claro que si uno se mira al espejo es consciente de lo que hay, pero eso es totalmente distinto. En este último caso uno sabe que debería comer menos, en el primero uno siente que tiene menos hambre. Este mecanismo de control tiene que hilar muy fino, como lo demuestra el siguiente ejemplo. Imaginemos que una persona ingiere exactamente lo mismo que gasta, excepto una miserable galleta de más, que acostumbra a comerse después de cenar. Se trata sólo de una galleta; ¿puede tener esto un efecto muy grave? El exceso es de solamente 50 calorías diarias, pero si se produce todos los días del mes, 12 meses al año, al cabo de, digamos 10 años, la galletita de marras nos supone casi 20 kilos, lo que no es despreciable en absoluto. De hecho, aunque la mayoría de la gente tienda a engordar con la edad, no lo hace en una cuantía tan grande. Esto significa que el mecanismo de control del peso corporal tiene que estar operando con unos límites de error francamente bajos.
El mecanismo bioquímico responsable del control del peso corporal es muy complejo y está formado por varios subsistemas. Por ejemplo, sabemos que la sensación de hambre responde a un cierto número de señales diferentes, tales como una baja concentración de glucosa en sangre, que indica una falta de energía a corto plazo, así como las sensaciones físicas relacionadas con el llenado del estómago. Al mismo tiempo, el mecanismo afecta tanto a la conducta alimentaria (hambre) como al metabolismo, esto es, la capacidad del cuerpo para ‘gastar’ energía en forma de calor o la eficiencia con que las calorías sobrantes se almacenan en el tejido adiposo.
Una forma gráfica de entender este sistema consiste en el llamado modelo del ‘barril de agua’. Imaginemos un barril que recibe agua por medio de una manguera. El barril tiene escapes, por lo que parte del agua se pierde. Por otro lado, la manguera se encuentra ‘pillada’ por el propio barril. Esto proporciona un mecanismo de equilibrio. A medida que el barril se va llenando, el agua que se sale por los agujeros es mayor debido a la presión; además, el mayor peso del barril presiona sobre la manguera lo que hace que entre menos agua. En conclusión, el nivel de agua permanece más o menos constante, oscilando ligeramente respecto de un punto de equilibrio. La traducción es inmediata. El agua que entra por la manguera son las calorías ingeridas; las pérdidas del barril son las calorías quemadas y el nivel del agua en el barril en equilibrio es el peso corporal ‘normal’ del individuo. Este modelo fue postulado en los años sesenta y se denominó también ‘lipostato’ en relación al ‘termostato’ que regula la temperatura de una habitación. El modelo implica que la presencia de grandes reservas en el tejido adiposo provoca una señal bioquímica que limita el ‘hambre’ y recíprocamente, la pérdida de tejido adiposo modifica esta señal en el sentido de aumentar el ‘hambre’. Esto es exactamente lo que debe ocurrir al acabar una dieta de adelgazamiento. El cuerpo ‘entiende’ que la situación ha variado peligrosamente con respecto al nivel de reservas normal y se apresta a ‘compensar’ esta situación.
En los años noventa se descubrió uno de los componentes fundamentales del sistema[3], la leptina, que es una proteína producida por el tejido adiposo. El hallazgo causó bastante sensación por diferentes razones. Una de ellas es que hasta entonces se pensaba que el tejido adiposo era algo esencialmente inerte, desde el punto de vista bioquímico; o sea, se limitaba a almacenar o liberar grasa. Al producir leptina hace algo más, proporciona al organismo una ‘contabilidad’ interna de las reservas de energéticas: cuanto más tejido adiposo haya, mayor será la concentración de leptina en sangre. O sea, que esta proteína es la manera que tienen nuestras grasas corporales de decir ‘estoy aquí’.
Cuando el gen que codifica la leptina es ‘desconectado’, cosa que es técnicamente posible hacerle a un ratón, éste se vuelve obeso, ya que come más y gasta menos energía que el ratón normal . Estos ratones mutados en este gen alcanzan un peso hasta tres veces superior al normal. La aplicación de leptina por vía intra-venosa devuelve al ratón sus características normales. Este descubrimiento llevó a penar en una cura rápida para la obesidad humana. Tal vez bastaría con inyectar leptinas para que el paciente perdiese el apetito. Por desgracia, estas expectativas no se han confirmado. Seguramente, la industria farmacológica acabará encontrando una solución vía ‘medicinas’ al problema de la obesidad, pero parece que todavía va llevar algún tiempo.
El hecho es que aunque los humanos tenemos leptinas prácticamente iguales a las del ratón, la obesidad humana no se debe –en la inmensa mayoría de los casos- a un fallo en este elemento del mecanismo. De hecho, las personas obesas tienen una alta concentración de leptina en sangre, debido a que tienen una gran cantidad de tejido adiposo para producirla. Desgraciadamente, la inyección de leptina en humanos obesos no tiene el esperado efecto inhibidor del apetito. Evidentemente, hay otros factores aun por descubrir.
Otro componente de este sistema fue sido descubierto en 1995[4]. La concentración de leptina presente en la sangre tiene un efecto sobre el cerebro; esta proteína se une un receptor específico presente en algunas regiones y este proceso afecta a la concentración de otra sustancia clave para el control de la sensación de hambre: el neuropéptido Y. Este neuropéptido es una proteína de pequeño tamaño que actúa como un mensajero químico en el cerebro. En concreto, se sabe que actúa sobre el hipotálamo, y esta estructura cerebral juega un papel preponderante en regular la sensación de hambre y el metabolismo calórico.
Es importante señalar el hecho de que no sabemos con cuáles son los genes que nos predisponen para engordar. Los estudios genéticos en determinadas poblaciones, como los Pima, tal vez nos permitan identificarlos (sí se ha encontrado que la mayoría de los Pima que padecen diabetes tienen una variante particular del gen HLA-A2, implicado en el reconocimiento inmunológico). Por otra parte, tampoco sabemos qué factores ambientales concretos desajustan el punto de equilibrio, haciéndonos ganar peso. Se ha especulado con la posibilidad de que sea el consumo de grasas el que nos está desajustando el lipostato hacia mayor tamaño, pero no existe una evidencia fuerte sobre esto. Si supiéramos más de ambos lados de la cuestión sería posible diseñar, por un lado, nuevas medicinas que nos permitieran controlar el hambre, y por otro lado, podrían diseñarse ‘estilos de vida’ saludables con una mayor base científica. Ambos tipos de razones justifican de sobra este tipo de investigación.
Por último, podemos considerar una cuestión moral: ¿tiene la culpa el gordo de ser gordo? Al igual que la dicotomía genes/ambiente, la respuesta es ni sí ni no, sino todo lo contrario. “Sí tiene la culpa”, dice el fiscal, “el acusado puede elegir libremente la cantidad y el tipo de alimentos que consume, así como las calorías que gasta. Si cuidase su alimentación e hiciera ejercicio frecuente no se habría convertido en una montaña de grasa”. “En absoluto”, interpela el abogado defensor, “mi cliente es un adicto a la comida hipercalórica y su capacidad de elegir está disminuida por su adicción. Además, si rompiese su ciclo de dependencia moriría de inanición ¿Acaso es razonable pedir a un adicto que, sin dejarlo del todo, modere su dosis, cuando la droga está por todas partes asaltando su vista y su olfato?” Es cierto que mantener el peso ideal resulta insultantemente fácil para algunas personas y muy difícil para otras. ¿Es justo estigmatizar al obeso? Seguramente, no, pero la vida es injusta. El problema aquí es que la cuestión moral es, en el fondo, irrelevante. A la hipertensión y a la diabetes le traen sin cuidado que el sujeto sea o no responsable de su gordura. En cuanto a la ‘discriminación social’, es en teoría evitable y en la práctica difícilmente, aunque podría hacerse más sutil a base de ‘corrección política’ (el hecho de que se emplee aquí la palabra ‘gordo’ indica sentimientos ambivalentes con respecto a la ‘corrección política’). En cualquier caso, no creo que ni Naomi Campbell, ni Brad Pitt resultasen atractivos con muchos kilos de más y las argumentaciones acerca de la relatividad cultural de este fenómeno no resultan absolutamente convincentes. Las rellenitas venus de Rubens no demuestran que estas señoras resultaran atractivas en su época, del mismo modo que las esculturas de Botero no constituyen una prueba de ello en la nuestra. Seguramente no nos vendría mal un poco de relajación sobre este tema. Deberíamos darle menos importancia al aspecto físico, pero como es evidente que le damos muchísima importancia, esto es una especie de ‘declaración hueca’. El caso es que no podemos adelgazar, pero tampoco nos podemos permitir el estar gordos. Señores investigadores en farmacología: ya que han descubierto el Viagra; ¡encuentren algo pronto para la obesidad!


Caminar para Adelgazar


La mayoría de las personas no caminamos tanto, pero caminar se considera el ejercicio más completo y uno de los más seguros. Aquí tienes algunas razones para que te animes a caminar más:Caminar es el ejercicio más antiguo, más fácil, se practica en cualquier lugar, en cualquier circunstancia, no tienes que gastar, es seguro, es efectivo, no necesitas tener habilidades o entrenamiento. Como todo ejercicio físico ayuda tanto a nivel físico como emocional, el hacer ejercicio relaja y despeja la mente, ayuda a moldear tu cuerpo y ponerlo firme, promueve mejor digestión, aumenta la circulación y fortalece el corazón entre otros. Lee mas sobre: Porque hacer ejercicio Que necesitas para caminar Un buen par de zapatos deportivos y vestir ropa cómoda.Como se hace Tú ya sabes como caminar. Debes identificar tu propósito el cual puede ser: incrementar la actividad física, caminar para relajarnos, adelgazar u otros.Si deseas caminar para conservar tu salud y controlar tu peso trata de caminar los 10,000 al día. Para esto se recomienda comprarte un aparatito para medir tus pasos, un pedometer o podómetro (son baratos). Póntelo en la mañana y antes de dormir te lo quitas para saber cuanto caminas. Luego trata de aumentar 500 pasos cada semana. Para medir esto trata de usar pantalones y usar el podómetro o sencillamente lo calculas. Por ejemplo si caminas normalmente 5000 pasos al día, la primera ponte como meta 5500, la siguiente semana 6,000 y así hasta alcanzar los 10,000 pasos. Es fácil aumentar el número de pasos diarios. Estaciónate lejos del edificio al que te dirijas, tomas las escaleras en lugar del elevador, no uses el intercomunicador en la oficina camina hacia la otra persona etc. Paso a paso se alcanza la meta. Caminando para adelgazarSi quieres resultados más rápidos para adelgazar sigue estos consejos: 1- Las caminatas para adelgazar requieren energía. 2- Se necesita hacer caminatas a un paso largo y rápido. 3- Mientras se camina se debe de alcanzar el nivel aeróbico o sea teniendo siempre la capacidad de poder ir conversando (sin perder el habla) pero sintiendo que la caminata requiere esfuerzo. 4- Si estas caminando y vas a paso normal aunque es saludable no te ayudara tanto como si sigues la recomendación anterior. 5- Trata de caminar de 3 a 5 veces por semana por lo menos por 3 millas (casi 5 Km.) a paso rápido pero sin matarte. Postura al caminar Mantenerte recta. Siéntete una atleta lleva tu cuerpo con orgullo.Mantener alineada la cabeza con el tronco y pelvisConservar los hombros rectos y el cuello y los brazos relajadosAdecuar la respiración a la velocidad.Recuerde caminar de manera que el talón sea el primero en tocar el suelo, antes del resto del pie, balancee su peso hacia delante, camine con los dedos apuntando al frente, y no olvide balancear sus brazos.Datos curiosos:Caminar una milla (1.6 Km.) a paso normal quema aproximadamente 100 calorías (62.5 calorías por Km.). En terreno inclinado se queman más. Dependiendo del tamaño de tus piernas y tus pasos toma entre 1760 a 2640 pasos caminar una milla o sea entre 1100 a 1650 pasos caminar un kilómetro.

lo que no me imagine

hoy me pese y quede un poco preocupado, asombrado y con un sentimiento de frustracion y es que me di cuenta de que subi 5 kilos mas osea que ya estoy pesando 150,700 kilos que ya es mucho decir porque jamas pense que podia llegar a pesar tanto, hoy me doy cuenta del error que cometi al no tratar de cambiar esta situacion antes, mas al llegar a este punto donde se dificulta tanto la meta y se hace cuesta arriba kilo a kilo, pero seguire intentandolo creo poder llegar a alcanzar mis objetivos

Las 18 dietas más locas de la historia


Locuras, mitos, ignorancia o simple estafa. La historia de las dietas para perder peso han estado siempre rodeadas de todo tipo de falsedades y excentricidades. Y, si bien la ‘fiebre de la dieta’ alcanza en nuestros días su punto álgido, lo cierto es que desde épocas pretéritas ya existía preocupación por la obesidad y, consecuentemente, gurús llamados a dar solución a ese problema, bien a través de métodos científicos, bien a través de cualquier otra cosa. En este post nos ocupamos de estos últimos casos, de esas ‘dietas’ esperpénticas sin soporte científico que, paradójicamente, se convirtieron en auténticas modas en su época.Este post es una recopilación de otros tres publicados en inglés: ‘Top 10 Weirdest Diets and Weight Loss Plans‘, de Amy Teeple; ‘A Brief History of Dubious Dieting‘, de Linda Rodriguez; y ‘10 Craziest Diets in History‘, de Neatorama; con algunas aportaciones personales. Me he pasado un par de horas más que divertidas traduciendo y descubriendo cosas nuevas en la elaboración del post, con momentos de auténtica carcajada (y también alguno de cierta indignación). Espero que tú pases al menos algunos minutos igual de bien, porque la relación no tiene desperdicio.
1. La dieta del cavernícola: también conocida como la del Paleolítico, recomienda consumir sólo aquellos alimentos que estaban a disposición del hombre hace 10.000 años. No los mismos, claro, que ya estarían algo caducados, sino sus correspondientes en la actualidad. Era aquella una época en la que la agricultura no había hecho mella aún en nuestras sanas tradiciones y consiste básicamente en carne magra, pescado, vegetales, fruta, raíces varias y nueces. Los granos, la leche, la sal, el azúcar refinado, los aceites y las legumbres están prohibidos.
2. La dieta del aleluya: la dieta del aleluya sólo permite consumir los alimentos mencionados específicamente en el capítulo 1, verso 29, del Génesis. Todos naturales, vegetales y crudos. Por supuesto, en el capítulo 9, verso 3, del Génesis Dios suprime estas restricciones, aunque a la dieta del aleluya esto le trae sin cuidado.
3. La dieta de la emigración: ésta es radical, aunque afortunadamente del siglo XVIII. Thomas Short hizo notar en su libro ‘Causas y efectos de la obesidad‘ que la gente era más gorda en los climas húmedos. Solución: trasladarse a zonas más áridas.
4. Dieta de la perfecta masticación: popularizada por Horace Fletcher, conocido como El Gran Masticador, en el período Eduardiano, consistía en masticar 32 veces cada trozo de alimento, lo cual suele durar unos 30 segundos, para, acto seguido, echar la cabeza hacia atrás y dejar que la papilla fluyese por la garganta. Si algún trozo no cabía, debía ser escupido. El autor aseguraba haber bajado unos 18 kilos en 4 meses. Lo cual no es de extrañar: con semejante método, a cualquiera se le quita las ganas de comer.
5. Dieta de la tenia o solitaria: a principios del siglo pasado se comercializaron unas píldoras que decían contener solitarias para combatir la obesidad. No se sabe a ciencia cierta si, efectivamente, las píldoras albergaban semejantes parásitos o era una engaño, pero lo cierto es que mucha gente pagó por ellas. De cualquier forma, aún hoy día se utiliza este tipo de bichos como soluciones sanitarias.
6. La dieta del pez: en 1939 una fiebre barrió EEUU. Lothrop Withington, un estudiante de Harvard, se tragó viva una carpa dorada de acuario y aseguró que perdía peso. Poco después miles de personas corrieron a imitarlo. La fiebre acabó cuando las autoridades sanitarias certificaron que el método no sólo no hacía perder peso, sino que ponía en grave peligro la vida de los osados, debido a los agentes patógenos y parásitos que podía transmitir el goldfish.
7. La dieta de la nicotina: las compañías tabacaleras no tuvieron el menor escrúpulo en publicitar el tabaco, a mediados del siglo pasado, como agente para perder peso. El resultado es de todos conocidos. Muchos perdieron algo más que peso.
8. Dieta del sueño: bastante elemental. Mientras duermes, no comes. Así que, si permaneces sedado, no comerás. Elvis Presley fue un impulsor de este ‘método’ en la última etapa de su vida. Sin comentarios.
9. La dieta de la limonada: el lema, de entrada, ya asusta: ‘Perder peso, obtener más energía y ser más felices en 10 días’. Tome exclusivamente una mezcla especial de limonada mezclada con agua salada y té laxante durante 10 días (hay incluso quien se atreve con cosas peores). Si no pierde peso y sigue con vida, lo suyo es grave.
10. La dieta del apio: basándose en una creencia aún no contrastada, sus promotores dicen que se queman más calorías intentando procesar y digerir el apio que las que aporta como alimento, de tal forma que, consumiéndolo, perdemos calorías. La teoría es perfecta, salvo un ligero matiz: la diferencia de calorías aportadas-quemadas es tan insignificante que haría falta comer miles de tallos de apio al día para que la dieta fuera efectiva. Y, además, a pelo, porque cualquier salsa o guarnición arruinaría el régimen.
11. Dieta de la sopa de col: es una dieta un tanto curiosa (bueno, como todas) que se desarrolla en siete días. El primer día sólo puedes tomar sopa de col, frutas agua y té, todo en la cantidad que quieras. Ya al segundo día comes verduras y, por supuesto, sopa de col. Todo lo que quieras también, hasta saciarte y más allá. Y así se van agregando alimentos hasta el sexto día, en el que textualmente: “Come carne de vaca y verduras hasta que revientes”. Y lo mismo el séptimo día, pero con arroz blanco, zumos no azucarados y verduras. Y sanseacabó… Y ahora díganme ustedes si me he perdido algo o ¿para qué diantres sirve la dichosa sopa de col?
12. La dieta del tenedor de plástico: bastante efectiva, se supone, ya que se trata de un pequeño tenedor de plástico, incómodo y feo que aburre hasta al más hambriento de los comensales. Hay variantes de dieta del palillo y tenedor que avisa cuando ya puedes dar otro bocado.
13. La dieta del tipo de sangre: una teoría de lo más evolutiva. Cada tipo de sangre ha recorrido un camino diferente y precisa de un tipo de comida diferenciada. Así, por ejemplo, los del grupo A deben ser vegetarianos (se siente), mientras que los del grupo 0 pueden atiborrarse a filetes de vaca y marisco. Eso sí, ningún tipo puede consumir cerdo y, aunque no dice nada del vino, me da que tampoco.
14. La dieta del parche: a algún avispado se le ocurrió que, si existían parches para dejar el tabaco y parches para controlar la natalidad, él también podría inventar el parche para controlar el peso. El mecanismo es muy sencillo: usted se pone un parche y éste le regula el apetito al detectar si está por encima de su peso o en su peso ideal. El único problema es que este parche no tiene ninguna base científica y, mientras los del tabaco y los del control de natalidad están aprobados por los principales organismos de la salud, los dietéticos ni están ni se les espera.
15. La dieta de las bolas de algodón: ínflese a bolas de algodón, secas o bañadas en gelatina, y ya no comerá en su vida. Más efectivo, imposible.
16. Dieta de la visión: también bastante ‘intuitiva’. Si lo que ves no te gusta, no te lo comerás. ¿Y qué mejor para que no te guste nada que unas gafas especialmente diseñadas para ello? Pues ahí están estas contemporáneas FTF Blue Diet Glasses. Quienes han probado este ‘tratamiento’ aseguran que las gafas los relajan cantidad, sobre todo cuando hace sol, pero que no pierden el apetito ni por un momento.
17. La dieta del jabón: un jabón elaborado con supuestas algas marinas capaz de limpiar el cuerpo y, al parecer, moldearlo a gusto del consumidor. ¿No es el sueño de todo y toda metrosexual? Hablamos del jabón Aoqili, del que aún se desconoce sus efectos.
18. La dieta de la grapa en la oreja: tal como lo oyen, una especie de piercing clavado en los cartílagos de su oído interior. Hay que tenerlo puesto de seis semanas a tres meses, porque luego el cuerpo ya se acostumbra a él y no sirve de nada. Aunque hay gente que dice que es altamente efectivo, ni ellos ni sus creadores saben decir por qué, aunque se intenta relacionar con la acupuntura. Por lo pronto, ya ha sido prohibido en Florida y regulado en varios estados de Norteamérica por las infecciones que provoca.
Yo me quedo con la dieta del aleluya. Es, simplemente, impagable. ¿Con cuál te quedas tú? Y, si ninguna colma tus expectativas, siempre puedes echar mano de la famosa dieta del cucurucho. Ya sabes, comer poco y de eso, mucho

Galerias de los titanes

espacio para conocer a los que a mi concepto han logrado un cambio radical en sus vidas y que hoy por hoy sirven de estimulo a quienes encarnizadamente estamos en batalla contra la bestia que vive dentro de nosotros la obesidad

El hall delos famosos ex obesos

voy a empezar con jim poore




jim poore bajo 182 kilos de peso en 19 meses

JIM POORE TESTIMONIO LIBRO RECORD GUINESS 1998 * Jim Poore Todo lo que yo quería era tener una vida normal. Después de 2 años conseguí mucho más que eso. Usted realmente va a quedar impresionado con lo que pueden hacer los productos Herbalife. Con 275 kilos Jim pensó que solamente podría perder peso con cirugía. Afortunadamente lo introdujeron al programa de Herbalife y pudo bajar 190 kilos sin cirugía!!

metodo utilizado: productos Herbalife

Galerias de los titanes

pretenciones


alcanzar la meta de bajar 30 kilos por ahora pero la idea es seguir bajando de peso



(en la foto de izquierda a derecha mis tias Cecilia y Martha mi Madre y yo )

mi hoja de vida


me llamo Omar

tengo 35 años

soy Venezolano

naci en Caracas

radico en Bucaramanga Colombia

mido 1.80 mts.

peso 145 kilos y pico

soy soltero pero tengo tres hijos

mi cintura esta por los 146 centimetros

esta es una foto reciente ( la niña es mi hija)